Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

mayo 06, 2011

Las fronteras difusas entre cortesía y corrupción

Algunos manuales de ética de los diarios especifican hasta el monto máximo que puede considerarse aceptable para que un periodista reciba un regalo. Otros directamente lo prohíben. Los pasajes en avión, hotelería y cenas en hoteles cinco estrellas durante una cobertura periodística suelen ser otras formas de hacer obsequios a los profesionales, tal vez un poco más sutiles porque mezclan trabajo con placer y la frontera se hace más difusa. El dilema de los periodistas es si aceptar o no los presentes supuestamente desinteresados que provienen de empresas, políticos, gobiernos y otros protagonistas de las noticias.

Las opiniones son diversas y cuando se toca el tema en los círculos de periodistas, la polémica oscila entre dos polos: Unos sostienen que pueden recibir regalos, viajes y otras dádivas y mantener su independencia respecto de la fuente. Otros advierten que la independencia no es una cuestión de voluntad porque en la relación con las fuentes actúan mecanismos psicológicos muy sutiles que superan fácilmente las barreras erigidas por el profesional.

La voluntad y la energía que el periodista pueda anteponer para no saltar el límite difuso entre la gentileza y la corrupción se convierten además en barreras de papel cuando el profesional es uno de los precarizados que eufemísticamente se llama “colaborador”, que en muchos casos es convocado a aceptar dádivas por la propia empresa periodística, a veces para cumplir con algún compromiso comercial y en otros casos para reemplazar el pago en dinero por la transferencia de un regalo de terceros.  

Entre el material abundante que se produce en todo el mundo sobre el tema, reproducimos más abajo una pequeña muestra, que es un fallo emitido en 2006 por el Tribunal Nacional de Etica y Disciplina del Colegio de Periodistas de Chile. El documento aborda diversos aspectos de la cuestión. Entre ellos, el señalado en el punto 4, que dice directamente que un periodista no puede ejercer su función pública si antes no se libera de todos los factores que pudieran condicionarlo y el 7, que menciona taxativamente la obligación de la empresa periodística de hacerse cargo de los gastos que implica el trabajo del profesional. Tratábamos de imaginar qué ocurriría si en la Argentina se intentara aplicar un dictamen semejante. Los destacados en negrita son nuestros:

 
Con motivo de las fiestas de fin de año, se ha transformado en una práctica habitual que personas o instituciones expresen su agradecimiento mediante premios, regalos o atenciones especiales a quienes estiman.

En el periodismo, como en otras funciones públicas, esta práctica puede alterar su independencia. Por tal motivo, el Tribunal Nacional de Ética y Disciplina, TRINED,  del Colegio de Periodistas de Chile estima conveniente expresar las siguientes orientaciones:

1. La función profesional periodística no requiere otra gratificación –sea premio, regalo o invitación especial- que el salario contratado por tales funciones, y la conciencia del trabajo bien hecho.

2. El Código de Ética del Colegio de Periodistas de Chile estipula en su artículo 32 que sus miembros “sólo podrán recibir premios o galardones periodísticos asignados en mérito de su competencia profesional, y cuando ellos sean discernidos con la participación directa o indirecta del Colegio de Periodistas”. Además, en su artículo 32 agrega que “tampoco aceptará retribuciones o gratificaciones de personas, empresas o instituciones, ya que ello limitaría su libertad para informar sobre éstas”.

3. Especial gravedad ética alcanzan las prácticas extendidas entre empresas que promueven el uso de sus productos a título gratuito –incluso automóviles- por parte de “rostros” de medios de comunicación. Al TRINED le preocupa especialmente cuando esta situación alcanza a profesionales de la Orden.

4. Para un periodista no es posible perseguir responsabilidades  éticas públicas si antes no se libera de todos aquellos aspectos que pudieran condicionar su actuación.

5. El TRINED comprende que existen obsequios que corresponden a lo que, por su valor, legítimamente puede considerarse una cortesía. Para esta calificación, siempre debe tenerse en cuenta que no se vea potencialmente afectada la independencia profesional del periodista.

6. Sin embargo, cuando estos obsequios exceden en valor a la calidad de cortesía, deben devolverse, indicando la razón ética que corresponde.

7. En cuanto a entradas a espectáculos, invitaciones y viajes, cabe recordar que los costos de producción periodística corresponden a la empresa periodística. Y que la independencia de un medio de comunicación se ve afectada, de manera aparente o real, cuando estos costos se traspasan a la fuente informativa.

Tribunal Nacional de Ética y Disciplina, TRINED
Colegio de Periodistas de Chile

Santiago, 15 de diciembre de 2006.

mayo 05, 2011

Síntesis de los reclamos de los periodistas a la SIP

Gracias al relato que nos hiciera Nora Anchart, periodista integrante de la Agrupación La Gremial de Prensa y de Copla, que estuvo esta mañana en la reunión con Gonzalo Marroquín (Foto), presidente de la delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la entidad, que agrupa a los propietarios de medios de comunicación recibió a unos 15 periodistas de los más de mil que firmaron una solicitada en repudio por los prejuicios de la organización respecto de la prensa argentina. Entre el grupo de 15 periodistas estuvieron, además de Anchart, Víctor Hugo Morales, Cinthia Ottaviano, Edgardo Esteban, Santiago Varela y Mariana Moyano. Marroquín eludió la mayoría de las preguntas y se centró en la "preocupación por el reparto de la publicidad oficial". Cuando dijo "ustedes tienen una situación tensa con el Gobierno", le respondieron que los que tenían ése problema eran los dueños de los medios, no los periodistas. Se habló de la Ley de Servicios de Comunicacion Audiovisual -justo el día en el que el grupo Clarín la repudiaba en su informe a sus accionistas en Europa- de Papel Prensa, de los hijos de Herrera de Noble - "es un tema privado" respondió Marroquín- y del dictámen nunca publicado de la SIP, elaborado en 1978. "Tenemos la misma línea que entonces", respondió Marroquín pero no quiso agregar nada. Se fue a las apuradas, eludió a los medios públicos -Télam, Radio Nacional y Canal 7- los únicos que habían ido a cubrir el hecho.


La solicitada salió publicada ayer miércoles en Tiempo Argentino y llevaba más de mil firmas de periodistas. Por un lado la SIP emitió acusaciones sobre la libertad de prensa en la Argentina que parecen redactadas por los dueños de los grupos multimediáticos locales -o lo fueron- y por el otro se mostró sorprendida por el número y por la representatividad de las firmas que aparecieron en la solicitada. Con cierto grado de soberbia, durante la tarde de ayer invitaron a los periodistas firmantes a reunirse con ellos a las 7.30 de la mañana, como para asegurarse que fuera la menor cantidad posible. Aquí va el texto de la solicitada, que hemos firmado, aunque nos hubiera agradado que abundara también con detalle acerca de las violaciones a la libertad de expresión y al derecho a la información en las que incurren todos los grupos multimediáticos y la mayoría de los medios, que funcionan en una suerte de red empresarial que busca definir en qué y cómo debemos pensar los argentinos. Y lo llama "libertad de prensa". En nota aparte publicamos la carta que el funcionario Juan Abal Medina entregó ayer a la delegación de empresarios de medios.
 

Nosotros, los abajo firmantes, periodistas profesionales de medios escritos, radiales y televisivos de la Argentina, ante la próxima visita de una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), queremos manifestar:

1) Que la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un avance extraordinario para nuestra democracia.

2) Que la derogación en 2009 de los delitos de calumnias e injurias fue otro paso trascendente para el desempeño sin ataduras de nuestra tarea.

3) Que el desconocimiento a la ley de los grupos monopólicos de la comunicación constituye una amenaza cotidiana a la libertad de prensa, como se advierte en el Punto 12 de la Declaración de Principios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH): los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos.

4) Que son estos grupos los que vulneran el derecho de las audiencias a ejercer sus plenos derechos cuando incumplen la resolución legal 296/2010, de la AFSCA, que incluye en la grilla a canales alternativos a la oferta de un cableoperador dominante como Paka-Paka, Telesur, Incaa TV y CN23.

5) Que el manejo oligopólico arbitrario de la producción y reparto del papel para diarios, principal insumo de la prensa gráfica, hoy en manos de una mayoría privada constituida tras un traspaso accionario protagonizado por sujetos físicos investigados en la justicia por la presunta comisión de delitos de lesa humanidad, viola el artículo 13 del Pacto de San José de Costa Rica, de jerarquía constitucional en nuestro país, que señala: "No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones".

6) Que hay plena libertad de opinión, pero no así de conciencia.

7) Que condenamos la censura previa ejercida por Cablevisión, empresa del Grupo Clarín, sobre el periodista Marcelo Almada.

8) Que condenamos la persecución sindical en empresas periodísticas que vulnera la libertad de expresión y de conciencia.

1978: El informe que la SIP no quiso difundir

Durante el día de ayer miércoles 4 de mayo, Juan Abal Medina, secretario de Comunicación Pública del Gobierno nacional recibió a los respresentantes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que se encuentra en la Argentina con fines oficiales no demasiado claros, aunque por las declaraciones que han emitido, vinieron a supervisar la libertad de prensa en la Argentina, a donde llegaron con cierta convicción de que tal libertad no existe. Además de la charla y el café, el funcionario les entregó un documento, una carta en la que les recuerda entre otras cosas cómo en 1978, cuando vinieron a la Argentina con la misma misión, en una delegación que encabezó Edward Seaton, propietario del diario "Mercury" de Kansas (Foto), elaboró un informe con críticas muy duras en la que desnudaba la simpatía que los editores tenían por la dictadura militar de entonces. El informe nunca fue difundido, quedó en algún archivo. Es un documento largo, pero que debería leer todo aquel que hable de "libertad de prensa" como si fuera lo mismo que hablar del tiempo de cocción de los fideos. Quien quiera leer, que lea. 


Entre el 18 y el 25 de agosto de 1978, en plena dictadura militar, la Argentina recibió una misión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) encabezada por Edward Seaton, propietario del diario "Mercury" de Kansas e Ignacio Lozano, de "La Opinión" de Los Angeles. Durante su visita, los representantes de la SIP entrevistaron a más de cinco docenas de personas y elaboraron un documento notable, que no fue divulgado entonces por la prensa de nuestro país. Entre las principales conclusiones de ese informe se destacan las siguientes: para los editores argentinos la seguridad nacional tenía prioridad sobre la libertad de expresión, justificaban la censura por manifestarse de acuerdo con la dictadura militar, se negaban a informar sobre la desaparición de personas y se beneficiaban de ese comportamiento al asociarse con el Estado para la producción de papel mediante la empresa Papel Prensa.
No hace falta explicar demasiado el contexto en que fue realizada esa visita. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el asesinato, el secuestro y la desaparición de miles de personas -entre ellos más de un centenar de periodistas-, la existencia de campos de concentración donde reinaba la tortura y la muerte, y la difusión del terror sobre el conjunto de la sociedad definieron aquella época que recordamos como la más trágica de nuestra historia.

La Argentina recuperó en 1983 la institucionalidad democrática y desde entonces sostiene la plena vigencia del Estado de derecho. Los ciudadanos de nuestro país, entre ellos los periodistas, los trabajadores de prensa y los dueños de medios de comunicación, gozan de completa libertad para investigar, recabar información, opinar y expresar sus ideas.

Nuestra gestión está comprometida con la defensa más irrestricta de la libertad de expresión, como puede comprobar cualquier ciudadano, e inclusive cualquier observador externo, hojeando un periódico local o viendo la televisión apenas unos minutos. Las críticas al gobierno nacional, en muchas ocasiones con tono despiadado y repetitivo, son moneda corriente en la mayoría de los medios que informan a los argentinos. Por otro lado, es notable la omisión de información relevante acerca de medidas del gobierno nacional, así como la desinformación a través de falsedades y mentiras exhibidas con muy poco pudor. Estos hechos contribuyen a la construcción imperturbable de realidades virtuales que obligan a los ciudadanos a verificar a diario en qué mundo viven. Aunque resulta asombroso que suceda de continuo sin que se tema poner en juego el prestigio y la confiabilidad que son valores indispensables para la labor periodística; esta administración no ha osado ni osará silenciar a nadie. Entiende que es preferible soportar la difamación constante antes que cometer el más insignificante acto de censura.

Pero no basta con la garantía de no censurar. Además de respetar el derecho de opinión de los propietarios de medios -a quienes ustedes representan- y la potestad que tienen para ejercerlo por intermedio de sus empresas periodísticas; queremos defender la libertad de expresión como garantía de participación en el debate público de las mayorías a quienes representamos como autoridad democráticamente elegida-.

En esta línea, hemos impulsado con mucha decisión un proceso de profunda transformación bajo el marco de una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual que se ha convertido en una referencia a nivel regional e internacional. Sus objetivos son claros: promover la desconcentración, fomentar la competencia y garantizar la participación del sector privado no comercial en el mercado de la comunicación para abaratar y universalizar el acceso a las nuevas tecnologías de la información y democratizar los contenidos que por su intermedio se difunden. Al mismo tiempo, hemos desarrollado otro conjunto de políticas (relatadas en el Apartado I del Informe adjunto) que suscriben la misma orientación general y responden al propósito complementario de garantizar un servicio público de comunicación de calidad, de carácter federal y popular, inclusivo de las producciones y el pensamiento nacional, y dirigido a todos los habitantes de nuestra patria sin exclusión alguna. Consideramos que es la mejor forma en que el Estado puede ejercer de modo efectivo la defensa de la libertad de expresión, entendida como derecho de todos.

El gobierno es consciente de que estas políticas deben implementarse en un contexto adverso, justamente aquél que apuntan a revertir: el de la acentuada concentración del mercado de las comunicaciones. Sabemos que se trata del principal problema en la agenda de la libertad de expresión a nivel global, regional y nacional y entendemos que no alcanza con denunciar la concentración como amenaza estructural, si no podemos avanzar un paso más y hablar de sus actores concretos, los grupos concentrados.

En ese sentido, la visita de la SIP no puede ser más oportuna, ya que el grupo empresarial Clarín, formado por capitales argentinos y extranjeros y socio de vuestra organización, se ha constituido en el mayor obstáculo para lograr una vigencia plena de la libertad de expresión en nuestro país.

El grupo Clarín, tal como la SIP constató en 1978, usufructuó su negativa a informar sobre la desaparición de personas para asociarse con el Estado en la explotación de Papel Prensa. Esto le permitió adquirir una posición privilegiada en el mercado, que consolidó más tarde con generosas regulaciones ofrecidas por distintos gobiernos democráticos, las que sin embargo incumplía. Hoy, haciendo abuso de su posición dominante, discrimina a sus competidores, censura periodistas, inhabilita la actividad gremial de sus empleados, despide delegados o los espía para luego denunciarlos en sus propios medios, impugna judicialmente las decisiones asumidas por amplia mayoría en el Parlamento e incluso se resiste permanentemente a respetar los decretos y resoluciones del Poder Ejecutivo.

Nos preguntamos si estas acciones que preocupan seriamente al gobierno y a muchos ciudadanos en nuestro país son vistas también con preocupación por las organizaciones internacionales que nuclean a las entidades periodísticas. ¿No es acaso para ustedes objeto de alarma el que un miembro de vuestra sociedad fundada en 1926 con el objetivo de "alentar normas elevadas de profesionalismo y conducta empresarial" viole los derechos y principios que procuran defender?

No existe de parte del Grupo Clarín y sus aliados reconocimiento de estos problemas. Por el contrario, los escuchamos a diario realizar acusaciones infundadas que intentan reducir nuestra convicción democratizadora a una cruzada autoritaria contra la sociedad y contra ellos.

Como respuesta, podemos decir que nuestra política pública ha sido abierta y transparente. Toda la sociedad la conoce y la mayor parte de ella venía reclamándola hace muchos años con su movilización y compromiso. El debate y sanción de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue una prueba cabal de ello.

Nada más alejado de la oscura persecución de una administración contra víctimas indefensas que esa ley, fruto del trabajo colectivo, alumbrada a plena luz del día, en el recinto que representa la voluntad de las mayorías populares.

Es legítimo que quienes han crecido bajo otro orden, que posibilitó y sostuvo las prácticas monopólicas en el mercado de las comunicaciones, no se sientan representados por estas políticas. Lo que no es legítimo es que sostengan una campaña de difamación pública, haciendo abuso de su posición dominante para falsear la realidad y que se escuden para proteger sus intereses empresariales en una supuesta defensa de derechos que incumplen de modo sistemático.

No existe hoy ninguna limitación estatal a la libertad de expresión en Argentina. Lo que existe es una ley, aprobada en el Parlamento, que promueve la limitación de los monopolios en el campo de la comunicación para proteger la defensa del pluralismo y la diversidad de voces. Del mismo modo como lo estableció la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en sus principios, al sostener que "los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar sujetos a leyes anti-monopólicas por cuanto conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos"1 y la Unesco, cuando en un documento de 2008 señala que las autoridades deben "exigir la desinversión en las operaciones mediáticas actuales cuando la pluralidad esté comprometida o se alcancen niveles inaceptables en la concentración de la propiedad"2, el gobierno nacional entiende que la desconcentración constituye un requisito para el ejercicio de la libertad de expresión.
1 Para más información, véase: http://www.cidh.oas.org/basicos/basicos13.htm
2 Indicadores de Desarrollo Mediático. Aprobado por el Consejo Intergubernamental del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC) de la UNESCO en 2008.

Para más información, véase: http://unesdoc.unesco.org/images/0016/001631/163102s.pdf
Existe un amplio debate hoy acerca de estas cuestiones en los ámbitos académicos, sociales y políticos, tanto a nivel internacional, como regional y nacional. La cuestión planteada se refiere a si es posible garantizar el pluralismo informativo en un contexto de concentración tan acentuado, y qué papel debe asumir el Estado para asegurar el ejercicio efectivo del derecho a la libertad de expresión.

Es importante resaltar que, en América latina, el debate no pone solamente en juego el ejercicio de derechos individuales ni involucra al Estado únicamente como garante de éstos, sino que el poder económico de los grupos concentrados de medios y su capacidad de intervención en el debate público como un actor central, limita o en muchos casos disciplina a gobiernos, legisladores y funcionarios judiciales.

Se trata de una cuestión fundamental entonces que pone en juego también la calidad de nuestras democracias. En este sentido, la existencia de un mercado de la comunicación dominado por pocos grupos empresariales tiende a promover la formación de una opinión pública uniformada y un poder político subordinado, además de obturar el desarrollo de la libre expresión de ideas y difusión de informaciones.

Llamemos a las cosas por su nombre. Si existen limitaciones a la vigencia plena de la libertad de expresión hoy en Argentina, no se debe a la acción de este gobierno, que ha sido nítida y democrática; sino a la posición dominante de un conglomerado de medios -que funciona en los hechos como un actor político- y que ha decidido sostener su poder en el mercado de la comunicación colocando sus intereses corporativos por encima de las leyes de la República y de los derechos de las mayorías.

Por todo lo expuesto, solicitamos a los miembros de la delegación de la SIP que se encuentra visitando nuestro país que:

-Examinen con atención las políticas· públicas que hemos resumido en el Apartado I para sumarlas a una evaluación equilibrada y de conjunto sobre la situación de la libertad de expresión en nuestro país. No se trata sólo de limitar sino fundamentalmente de propiciar y promover nuevos actores en el ámbito de la comunicación y de garantizar la libertad de expresión para las mayorías3.
3 El imprescindible pluralismo de las comunicaciones demanda avanzar sobre la desconcentración del sistema mediático, impedir la consolidación de nuevas posiciones dominantes y, al mismo tiempo, fortalecer el surgimiento de nuevos actores en las comunicaciones masivas. Sobre el fin de 2010, más de 15 000 nuevos medios de todo el país habían presentado solicitudes para los procesos de entrega de licencias que comenzarán en 2011. Sin duda, este universo que ahora sale a la luz representa una amenaza para quienes se han repartido durante años los mercados de anunciantes, lectores, oyentes y televidentes. Capítulo VIII, "Libertad de expresión y derecho a la información. Tensiones y desafíos en torno a la democratización de la palabra", Luis Lozano, Derechos Humanos en Argentina, Informe Anual 2011, CELS, Siglo XXI Editores.

-Escuchen con respeto la opinión de los· numerosos sectores de la sociedad civil que han tenido participación en el proceso de debate público de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: organizaciones sindicales de los trabajadores, sus centrales obreras, movimientos sociales, de derechos humanos, partidos y organizaciones políticas, las universidades nacionales, el movimiento cooperativista, radios y canales comunitarios y pymes, los pueblos originarios, y numerosas expresiones de la cultura, junto a ciudadanas y ciudadanos interesados en esta problemática.

-Ponderen las declaraciones y· manifestaciones de los numerosos organismos internacionales que trabajan por la defensa de la libertad de expresión y los de aquellos que integran el Sistema Interamericano y el Sistema Universal de Derechos Humanos, quienes han elogiado reiteradamente las políticas del actual gobierno argentino, fundamentalmente en lo que respecta a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y a la ley de despenalización de calumnias e injurias para asuntos de interés público.

-Analicen las denuncias actuales de los· actores privados del mercado de la comunicación en Argentina a la luz de las políticas públicas –legítimas y transparentes- que afectan sus intereses concretos y los convierten en juez y parte de su propaganda alarmista.

-Evalúen las irregularidades resumidas en· el Apartado II del presente documento, que constituyen una conducta sistemática de violación a la libertad de expresión por parte del grupo empresarial Clarín.
Finalmente, esperamos que puedan ser razonablemente ecuánimes, en honor a aquella visita memorable de 1978 y en atención al abismo que la separa de la realidad que estamos viviendo, no exenta de conflictos y disputas, pero en la que rige la más plena garantía estatal para el ejercicio de las libertades y derechos del conjunto de los ciudadanos.

Quienes entonces callaban el horror, hoy vociferan por una posible pérdida de sus privilegios. Eso no nos asusta. Sí que intenten convertir al gobierno democrático que legítimamente propone limitar sus pretensiones monopólicas en el monstruo autoritario que entonces apañaron en silencio para obtener estos negocios que consiguieron y defienden a cualquier precio.

mayo 04, 2011

Obama, Osama y la mirada de Dorfman

Para comenzar el día, nada mejor que leer a un columnista de lujo. Lo encontramos hoy en Página 12 y no resistimos la tentación de recomendar la nota de Ariel Dorfman, el autor de "Cómo leer al Pato Donald", que afina la pluma para indagar en el Súper Yo estadounidense, el asesinato de Osama Bin Laden y la guerra entre el bien y el mal a partir de algún recuerdo perdido sobre la historia de Superman:


¿Puede ser una suprema coincidencia? ¿O acaso hay gato –o superhéroe– encerrado?
Para entender por qué ahora, justo ahora, en esta de todas las fechas posibles, se llevó a cabo el ajusticiamiento de Bin Laden, tal vez sea necesario vincular su muerte repentina y deseada con dos acontecimientos aparentemente desconectados que surgieron la semana pasada.

El primero, que causó entre fanáticos de la guerra entre el bien y el mal casi tanta consternación como el asesinato del funesto y lúgubre jefe de Al Qaida, aunque menos júbilo, fue el anuncio de Superman (en la historieta número 900 de aniversario que celebra sus peripecias) de que pensaba ir a las Naciones Unidas para renunciar a la ciudadanía norteamericana. El Hombre de Acero que, desde su primera aparición inaugural en la revista de historietas Action de junio de 1938, se viste con los colores de la bandera yanqui y actúa en nombre de los valores norteamericanos, llegó a tan drástica decisión después de sufrir los reproches del encargado de seguridad del gobierno estadounidense (un hombre de raza negra con un peregrino parecido a Colin Powell) por haber volado hasta Teherán para demostrar durante veinticuatro horas su solidaridad con los manifestantes de la revolución verde que protestaban contra el despotismo de Ahmadinejad y sus secuaces. El gobierno de Irán (en la historieta, por cierto, ya que dudo de que los ayatolas reales se dediquen a leer solapadamente las aventuras de Superman) denunció tal acto –por silencioso que fuera, y animado por la no violencia– como una injerencia del Gran Satanás en sus asuntos internos, casi como una declaración de guerra. Me desagradan sobremanera los autócratas de Irán, pero no se les puede objetar su lógica al aceptar las palabras del propio Hombre de Acero respecto a encarnar desde hace décadas “truth, justice and the American way” (“la verdad, la justicia y el modo de ser/proceder de EE.UU.”). Así que Supermán, para poder obrar desde ahora en adelante más allá de las fronteras nacionales y los intereses circunstanciales de cualquier Estado, se vio obligado a establecer su independencia frente a su país adoptivo. Porque, en efecto, Supermán no nació en los Estados Unidos sino que en el planeta Krypton, llegando de bebé (sin pasar por aduanas ni inmigración) a Kansas en una diminuta nave espacial, siendo acogido en ese territorio, en mero centro de EE.UU., por los Kent, granjeros que personifican precisamente la “American way”. Era Ka-El. Sería Clark Kent.

Es difícil exagerar la indignación con que este acto audaz de renuncia a la ciudadanía, esta “bofetada”, de Superman fue recibido por el pueblo norteamericano. He leído (¡en serio!) blogueros que llaman a deportar a su planeta de origen al nuevo campeón del internacionalismo (como si fuera un mexicano “ilegal”), y ya circula una petición para que los ejecutivos de la Time Warner (dueños de la empresa que mercantiliza a Superman) fuercen a los autores de la historieta a retractarse. Y múltiples comentaristas conservadores habían visto este insulto del superhéroe como la prueba definitiva de la decadencia del país más poderoso de la tierra: ¡hasta el ídolo que representa más universalmente nuestro modo de vida nos está dando la espalda!

No sé si el presidente Obama sigue atentamente las aventuras de Supermán (se sabe que es un fan del Hombre Araña, de cuyo origen neoyorquino no caben dudas), pero alguien tiene que haberle llamado la atención sobre la merma de prestigio que significa la deserción de un tal titán. ¿Qué pasa, por ejemplo, si el Hombre de Acero, adalid de los desposeídos, decide cerrar Guantánamo o usar sus ojos de rayos equis para liberar algunos Super Wikileaks, ahora que ya no jura lealtad a la bandera norteamericana? ¿Qué pasa si se pone al servicio de una potencia como China? –aunque, pensándolo bien, no hay mucha Verdad o Justicia en ese país, así que seguramente no aceptaría ese tipo de alianza. En todo caso, los consejeros de Obama tienen que haberle explicado que la defección de Supermán debía tratarse como una inmensa crisis cultural e ideológica que incluso podía costarle al presidente su re-elección, puesto que los republicanos ya cocinaban planes para acusarlo de haber “perdido” a Superman (como si fuera Cuba o Vietnam).

La respuesta de Obama fue genial: al matar a Bin Laden, probaba que EE.UU. no necesita a un hombre musculoso que vuela y atraviesa paredes para defenderse de los terroristas, que para eso tiene helicópteros y Navy Seals y computadoras y armas –cómo que no– de acero. Un modo de restaurar la confianza nacional que estaba a mal traer y que difícilmente podía tolerar otro menoscabo a su aureola. (...)
Ver nota completa en el sitio original

mayo 02, 2011

Moyano, Sabato, Obama, Osama, Yabrán, Muy, Libre.

El sábado, cuando todavía se sacaban cuentas del número de asistentes y del impacto del discurso de Hugo Moyano en la movilización de la CGT, murió a los 99 años Ernesto Sabato, escritor discutido, venerado, rechazado. Cuando las charlas de café y las informaciones sobre el ex presidente de la CONADEP todavía estaban calientes en los medios, justo sobre el filo de la hora 24, la información sobre el asesinato de Osama Bin Laden, anunciado oficialmente por Barak Obama irrumpió en los medios locales. Fue apenas cuatro días antes de que Alfredo Yabrán comenzara, en 1998, a planear el suicidio que concretaría 15 días después. Si tomamos un fin de semana anglosajón, diremos que hoy lunes salieron por primera vez dos medios nuevos, o dos versiones segmentadas de dos medios preexistentes: Muy, de Clarín y Libre, de Perfil.

Podríamos haber recurrido a un lugar común que es robar el título a algún escritor, a algún músico o a ambos y llamar al texto presente “crónica de un fin de semana agitado”, pero a veces los nombres dicen más que los títulos ingeniosos. Comencemos por el final. Un periodista radial entrevistaba el domingo a Darío Gallo, director de Libre, el diario que la editorial Perfil lanzó a partir de hoy para competir en un segmento en el que el Diario Popular viene mandando casi solo, apenas con la competencia de Crónica. El director del diario nuevo hacía una sensata descripción del proyecto, pero su entrevistador cerró la charla con una frase a la que calificaremos de “confusa”, por ser generosos: “Nos alegramos porque se abre una fuente de trabajo y eso es bueno para la libertad de expresión”, dijo.

Decimos “confusa” porque si bien la apertura de fuentes de trabajo para los periodistas es una condición necesaria, no es suficiente para que haya mayor libertad de expresión. La concentración de medios y la repetición de apellidos y  nombres en varios medios de un mismo grupo no son una muestra de la libertad de expresión sino de la libertad con la que cuentan las empresas para expandirse. Sólo eso. De hecho, el periodista radial estaba hablando con un colega histórico de la editorial Perfil, responsable de tapas célebres de la revista Noticias, como aquella en la que se mostraba a Néstor Kirchner como un militar nazi, bajo el título de “Fachoprogresismo” o a la presidenta Cristina Fernández como una bipolar a punto del estallido. No es para descalificar al periodista que dirige al nuevo medio, sino para marcar que una cosa es la libertad de empresa y otra la libertad de expresión. Luego habrá que ver, con los números en la mano, si se amplió la demanda laboral en prensa, si es una gota en un mar de desocupación, si se trata de una multiplicación de las tareas de algunos periodistas o la apertura de un medio con becarios y desocupados “sub 23” o un poco de cada cosa. No muy diferente es lo ocurrido con la aparición de “Muy”, con Ricardo Roa, un periodista emblemático del grupo Clarín a la cabeza.  

La jugada de las dos editoriales periodísticas porteñas parece ser una obra de la buena interpretación que hacen de la realidad, algo que seguramente no reconocerán: Ocho años de la recuperación de la economía, la industria como preocupación oficial, con el consiguiente reflejo en los sectores urbanos  –aunque el país siga siendo soja dependiente-, la baja de la desocupación y la recuperación del protagonismo de los sectores sociales que tradicionalmente compraban Crónica y el Popular abrieron lo que en el mundo empresario se llama “nicho de negocios”. Y cuando se abre una oportunidad para ganar dinero, hay que ganarlo, aunque las razones no sean las que a uno le gustan.

Un Sabato para el debate
La muerte trajo polémica. Algunos rescataron a Ernesto Sabato como un gran escritor, otros lo recordaron como un gran demócrata; hubo quienes se quedaron sólo con su anti peronismo; unos cuantos exhibieron la foto en el almuerzo con Videla –y Jorge Luis Borges, por si alguien no lo vio- y lo vincularon a la teoría de los dos demonios. Otros lo recordaron denunciando las violaciones a los derechos humanos de los golpistas que derrocaron a Perón en el 55 –actitud que lo enfrentó a Borges- y décadas después puesto a la cabeza de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), la primera investigación oficial impulsada por un gobierno argentino para investigar las violaciones a los derechos humanos de una dictadura militar, cuya primera conclusión fue que hubo un plan sistemático de desapariciones y torturas.


Sabato fue casi sometido a un juicio público, pero su presencia en los medios duró el sábado y el domingo. A medianoche del último día de la semana el Gobierno de los Estados Unidos anunció que había matado a su enemigo Osama Bin Laden. Cada uno tradujo a su gusto, pero la mayoría de los medios atribuyó a Barak Obama haber dicho que habían “asesinado” a Bin Laden, cuando en realidad el Presidente estadounidense utilizó el verbo “kill”, que significa “matar”. Si hubiese querido decir “asesinar”, hubiese utilizado –algo bastante absurdo- el verbo “murder”. Errores más, errores menos, circuló por los medios argentinos la supuesta foto del cadáver de Bin Laden, que en realidad correspondía a un señor que nadie conoce, si es que era alguien y no una composición más o menos bien hecha con una computadora.  Lo de siempre: El apuro para ganar rating o simplemente por la presión para competir como sea, más la falta de capacitación de muchos colegas llevó a muchos a caer en el ridículo. Concretamente, el cadáver parece haber sido tirado al mar, la foto no se sabe de dónde salió, las pruebas de ADN confirman lo que no se sabe y la incertidumbre sobre lo que vendrá es peor aún. ¿Y SCI? Llamen a Horatius, que la tiene clara.

Mientras unos se preguntaban si el Bin Laden estaba muerto y otros aseguraban que estaba tomando sol en alguna playa del Mediterráneo, algunos recordaron la versión vernácula del muerto que no se sabe si murió, aunque todas las evidencias científicas parecen decir que está bien muerto. Una nota de Clarín firmada el 16 de mayo de 1999 por Fernando González –hoy director del Cronista, dicho sea de paso-, Luis Sartori y Gerardo Young, justo a un año del suicidio de Alfredo Yabrán, destacaba un detalle interesante: Señalaban que el fundador de Oca y acusado como presunto autor intelectual del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas había preparado su suicidio justo un 5 de mayo, 15 días antes de ejecutarse con un rifle. Todavía se discute si se mató o si se tomó un avión hacia las Bahamas. ¿Por qué será que nos imaginamos siempre a los prófugos tomando sol en una playa? Debe ser la envidia, o las tradiciones impuestas por las series estadounidenses.

Después de todo lo que pasó el fin de semana, está claro que Hugo Moyano no juntó a 50.000 ni a 100.000 ni a medio millón de trabajadores para recordar el 1º de mayo, que no aludió a los mártires, que no le pegó a la oposición, que no apoyó al Gobierno, que no reclamó que se trate el proyecto de participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas –no “reparto de ganancias” como dijeron en diarios, radios y otros noticieros-  y que, a lo sumo, exigió puestos para los sindicalistas en listas y en el futuro Gobierno, si es que en octubre gana el oficialismo.

Tal vez nunca nos pondremos de acuerdo acerca de si Sábato merecía al morir el bronce y el Nobel de literatura o el olvido; si Muy y Libre son medios nuevos o versiones populares de medios tradicionales; si Moyano vio luz y pasó por la 9 de Julio, si Obama mandó a matar a Osama y lo hizo tirar al mar o si está en el mar pero al borde, sobre la arena y debajo de una palmera compartiendo un trago largo con Yabrán. Pero sobre algo hay que coincidir: Los medios de todo el mundo carecen de grandes reflejos, porque parecen reflejar sólo lo que cuatro o cinco agencias les dicen que tienen que decir, como hacen los señores que manejan los carteles de “aplausos”, “risas” y  “gritos” ante la claque. Algunos hacen más méritos que otros y de ellos en la Argentina hay varios que figuran en la lista de los que aspiran a salir de la claque y lograr algún rol protagónico.